domingo, 11 de noviembre de 2012

Del Hierro a la Porcelana


Del Hierro a la Porcelana

Cuando eres la joya de la corona, es probable que te topes en el pasaje de la vida con miles de aduladores, es probable que sientas perdido en camino, por ello se requiere tener un inmenso amor propio, porque será el escudo que repelerá cualquier los sablazos de quienes amaste sin recelo.

Siempre se admira a la mujer fuerte, a quien lucha incasablemente, la que no tiene remilgos en lo que hace a diario, la que es capaz de dejar a un lado su confort, es la heroína de muchos la que sea amante entregada, ama de casa abnegada aunque trabaje en una lujosa oficina, es la mujer soñada para otros, la que muchos anhelan y a la que todos le huyen, el terror de cualquier hombre es una mujer de hierro.

Claro que cualquiera en sus cinco sentidos siempre dirá querer tener una así, pero son muy pocos los verdaderos caballeros que tendrán el valor de apreciar a la bruja de los cuentos, la que espanta con su cruel sabiduría, la madura que siempre sale a la defensiva, la hechicera que no posee pócimas secretas, mas que la experiencia de la vida, la hechicera terrorífica que conquista con el letal veneno de la belleza, sin importarle aquella, porque el secreto del embrujo esta en su la sapiencia que le hayan dado los golpes de la vida, el comodín que se ajuste a cualquier condición de vida, la compresiva, incondicional, amorosa y siempre alegre.

En este cuento de doncellas y brujas, las primeras no serán las imperturbables ganadoras más que de un enclenque hombrecillo con ínfulas de gran caballero, que poseen como espada una gran labia, un cerebro desgastado buscando descifrar como conquistar a cualquier incauta, sin importar más que el logro de una buena faena sexual.

A través de la historia se ha demeritado a las brujas de los cuentos, vistas como viejas inescrupulosas, temerarias y descaradas, ello por no temerle a los limites de lo comúnmente establecido, férreas guerreras casi camicaces cuando de llegar a la meta se trata y sin duda el descaro enmarcado en la libertad de conocer y gozar su sexualidad sin remordimientos morales y menos sociales, de este estigma no se salvaron las hetairas ni las geishas, menos aquellas mujeres que lugar de jugar a ser doncellas hoy en día, viven buscando el caballero capaz de soportar los sueños de una mujer inconforme que no se transa con mediocres palabras de cariño, repetidas por costumbre, legado de sus antecesoras, o con promesas insulsas que aunque simples llevan intrínsecas la posibilidad de llegar a ser como un nonato.

Ser mujer hoy en día requiere más pericia, se requiere mucha autoestima para no derrumbarse ante la soledad o el desprecio de quienes no quieren tenerte a su lado, se requiere bondad a flor de piel para perdonar la insensibilidad de quienes amaste con locura, se requiere tener dignidad para alejarse de quien te hace daño, fortaleza para no caer en el papel de doncella inocente y desprotegida que los hombres buscan cuidar momentáneamente a fin de satisfacer su egoísmo, madurez para aconsejar sin teñir tus sentimientos en cada recomendación, se requiere la fuerza para hacerlo todo desde la altura de los tacones, escudada en la mascara de la sonrisa y los buenos modales, con la cautela y prudencia para que tus enemigos nunca te den la estocada final, se requiere tener la entereza y autenticidad para no ser una libertina y conservarse perfecta pese a lo golpes de la vida, con energía para no renunciar a sueños de mujer, profesional, trabajadora, madre, soltera o solidaria, alegre para permanecer rodeada de gente aun en la extrema soledad.

Ser huracán capaz de cambiarlo todo en cuestión de segundos para una mujer capaz de romper los lazos y adiós a su amor verdadero solo para ser feliz, para sobre ponerse a quien te cambia por cualquier mujer o por no tener el valor de arriesgarlo todo por la bruja que le da tanto de amor como de tormenta a su vida, finalmente no hay mujer perfecta, algunas solo se acercan más que otras y tal vez por ello es mejor tener tu propia cama tibia solo para compartirla con la dulzura de la soledad y llegar a transformarse de hierro a porcelana, porque no habrá nadie que viéndote tan fuerte soporte verte pulverizada en porcelana, de frustraciones, fracasos, perdidas o desilusiones. Nada más espantoso para un hombre que ame aun a mujer de hierro que la vea convertirse en porcelana frágil y delicada, nada más impotente para ellos que ver su norte convertido en caos.
De hierro en público a porcelana en la intimidad de tu soledad, condena que llevan las brujas persé.
 

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