lunes, 11 de enero de 2016

EL REGRESO

El regreso
 No es fácil hacer un alto en el camino, luego de verse cicatrices en el alma. No es fácil parar y mirar atrás con algo de temor por lo que aún pueda llegar a doler.
No es fácil aceptar que exista la posibilidad de algún dolor o la simple rabia de los malogrados amores. Suelen decir que cuando la historia se cuenta sin rabia, sin lágrimas y sin sentirse víctima se encuentra en el nirvana del perdón. No es fácil verse en el reflejo, se teme siempre verse igual cuando se tiene la esperanza de haber mejorado un poco, se tiene miedo a enfrentarse a sí mismo y a aceptar que no se ha crecido.
Luego de leer y recordarme años atrás, temerosa de verme igual llena de dudas y dolores, ansiosa y desconfiada por las pérdidas y las rupturas de mi desportillado corazón, me tranquiliza verme cambiada casi desconocida porque el dolor cumplió su misión y me ha dejado a la otra orilla más serena y fuerte, con la entereza de verme humana llena de  vida con errores, fracasos pero a la vez con la alegría de las lecciones superadas Muchas veces en formas inesperadas.
Le temía a la soledad quien hoy echo de menos cuando me veo invadida por gratas compañías que antes anhelaba tener para huir sólo que ahora aplicó la ley oriental de una vida sana ...nada en demasía.
Hoy me veo femenina y fuerte, sin angustias de la irreversibles pérdidas de las que huía porque en el fondo sabía que nunca fueron posesiones reales; hoy puedo ver que en mi angustia, pude culparme por cada rastro de dolor y sentirme víctima aunque hoy solo puedo ver que era el inevitable camino que me tracé para conseguir las respuestas de vida, del glorioso objetivo, de este paso por este espacio, viendo fríamente que mis maestros cumplieron su papel y marcharon dejándome la riqueza de la lección aprendida, hoy puedo verlos sin tortura sonrientes buscando su felicidad en lodos de sus vidas y no sentir el frío de sus olvidos o de sus ofensas como el observador más puro de una escultura en mármol que no sintió el dolor ni el simbroneo del cincel, ni el ardor de la llaga moldeadora.
Puedo recordarme buscando en brazos amargos la dulzura, puedo recordarme huyendo en la cárcel de un amor roto y ajeno que usó mis hombros como pañuelo de sus lágrimas por otra despiadada mujer que solo buscaba su destino.
Puedo verme en aquella época coqueta con aquellos que solo han deseado mis besos y mi carne, sin si quiera verme en la luz de la verdadera desnudes porque sus ojos sólo podían ver la lujuria.  Si alguno supo ver mi corazón hoy puedo reconocer que se asustó y corrió muerto de miedo porque sin lugar a dudas soy ese quemón producto del mordisco al cable de alta tensión metáfora acertada con la que se excusó para sumergirse en su propio infierno del que pretende escapar con sus destellos esporádicos en las notas que envía evocando recuerdos.
Ni perfecta ni fácil puedo ser y con seguridad hoy se arrepienten porque si hay algo que me puede exonerar es justo la pasión y la transparencia con la que entregue mi corazón, fue la palabra del hombre caballero que aún no conozco pero que prefiero tener de vocación porque es certero aunque resulte una actitud temeraria intentar ser coherente entre la razón y el corazón.
No los culpo ni me alegrarán sus desgracias, aprendí y como el mármol puedo ver las vetas algunas ya pulidas otras aún rugosas porque en cuestión del  corazón lograr el brillo y suavidad siempre va implicar pulir los sentimientos, pulir la roca áspera cuando se quiere ser falsamente un mujer que admite ligereza y mente abierta cuando es eminente que solo busca ocultar el empeño de  corazón puritano y ortodoxo de quien  se debate internamente en aceptar que sus largas esperas en con las manos llenas de ausencia, con fundados celos de errores del pasado y con la tibieza de buscar estar juntos sin hablar de limites claros

Así regreso a este pasquín que había guardado ante el desierto de mis palabras ante el intento de negarme ser quien soy, lo que vivo y lo que siento.