lunes, 10 de diciembre de 2012

Del Por Qué a Ella No Le Gustan Las Fresas!


Del Por Qué a Ella No Le Gustan Las Fresas!
Cuando se esta enamorado, una persona del común logran hacer las pericias mas increíbles del mundo, inventa los medios mas inesperados y puede decirse que se espera lo inesperado, solo porque el amor logra lo que ninguna otra fuerza ha logrado.
Tal vez por ello el dolor del desamor hacen que tanta magia bendita se convierta en maldición y como toda maldición esta no se conforma en contaminar a quien padece el desamor sino también a quienes lo rodean.
Es difícil acompañar a quienes amamos a atravesar el rio del dolor provocado por el desamor, la rabia es compartida, solo que uno solo la vive con obsesión, hay lagrimas de la victima como de sus compañías, aunque por diferente razón; mientras el recién abandonado enamorado llora la flaqueza de su autoestima, la desesperanza de los sueños rotos, la cojera de la soledad que lisia el alma con desesperación al punto de quitar el hambre, el sueño y la calma , para la compañía del desilusionado, hay una sensación de rabia contra el que osó romperle el alma, una impotencia fría que no te permite encontrarle un camino de huida a la desesperación y una infinita solidaridad que invade de pesar y misericordia.
No es fácil darse cuenta del dolor que con el nuestro generamos en nuestros eres queridos, solo a titulo de anécdota me di cuenta que en una época de inmenso dolor por un desamor, provoque que en mi hermana un odio repugnante hacia las fresas.
Las fresas son si lugar a dudas una de las frutas mas llamativas que se convierten en el símbolo exótico de la seducción a través de su dulzura y sin embargo, un mal recuerdo condimentó estos frutos con rabia de impotencia, indignación por la injusticia y la falta de consideración de alguien que se ama y que fue despreciado hasta la humillación, no mejoró su sabor porque en la ambientación había lagrimas y mucho desamor. Así se construyen las fobias, así se construyen los miedos. Siempre supe del porque a ella no le gustan las fresas pero solo ví la razón superflua, deduje que fue producto del exceso, deduje que fue el resultado del hostigamiento digestivo, solo basto escucharla una noche para entender, que fueron mis dolores lo que generaron la aversión a las frutas, entonces resulta prudente cuestionarse si permitiré que a quienes me aman padezcan mas aborrecimientos de cosas, sabores, olores, lugares y demás objetos o circunstancias, solo por ofrecer perlas a los cerdos.
No solo por el amor a las fresas sino por el honor propio, se debe pensar a quien en realidad se debe amar porque al entregar el corazón, se entrega la vida, la familia, los sueños, las ganas y no resulta satisfactorio recibir en recompensas desprecios, mentiras, burlas y hasta deshonores.
Cuando se llevan dolores en el alma a veces es mejor callar porque si bien la compañía siempre sienta bien, si la amargas será como el vino que pica para siempre dos almas o más.
Es  fácil empezar  de ceros cuando se tiene la  bendición de la compañía de la familia, sea la madre, los hermanos, los hijos, los amigos, pero requiere de cierta prudencia, requiere de ganas para escucharlos los consejos a tiempo, para  ver el panorama desde la barrera, recordar que a parte  del  amor que se brinda a quien decimos amar, también le brindamos un gran tesoro como lo es la familia y más aun si hay hijos, porque ellos esperan verte feliz y sonreír sin importar como se llama la causa, por ello la verdadera causa, el verdadero amor debe recibir y apreciar con respeto y honorabilidad el lugar que los tuyos le  brindan a llegar casa.
No cualquiera con el mínimo esfuerzo puede llegar a ocupar el podio de la dicha de tu corazón, debe haber demostrado que con locura, aguerrida constancia y transparencia de corazón merece que le prepares una cena llena de la fruta de su preferencia y que con la puntualidad de buen amor, maduro y sano, llegue al banquete de tu corazón  y del corazón de los que siempre te amaran.

Adiós Muchachos Compañeros de mi Vida


Adiós Muchachos Compañeros de mi Vida

Que maravilla poder  sentir aun las penas  ajenas, que bendición sentir que se es  capaz de ayudar  aun desde el silencio y contar las propias  experiencias para que los demás con pierdan tesoros invaluables  en sus  vidas como el tiempo y aquellos seres.
Para algunos resulta muy acertado brindarle  a otros el apoyo y la ayuda de un buen consejo, pueden llegar  a ser  confidentes de aquellos secretos in confiables  a nadie y establecer así un lazo indestructible  (cuando el lazo es mutuo, cuando la confianza es reciproca).
En algún momento de la vida puede llegar a pensarse,  que  se tiene corazón suficiente para ayudar a otros, cuando notas que eres importante para que en ti depositen lo jamás depositarían en otros a pesar de la fortuna o el poder, es entonces cuando se crea que el mejor apodo puede llegar a ser “Doctora Corazón”y estoy por concluir que ello solo ocurre cuando el corazón del terapista, falto de educación en la psicología, tiene doctorado en corazones rotos empezando por el propio.
Algunos hemos  concebido la amistad  desde los conceptos  mas  barrocos y tradicionales, donde la lealtad hasta la muerte no se hace esperar, donde la  sinceridad es el pacto indeleble de quienes  nos  entregamos  en un profundo compromiso de amistad  eterna, pero con pensamiento tan obtuso no puede recibirse en retribución mas que  profundos dolores de deslealtad.
Para quienes lo entregamos  todo por un amigo, sin caer en manipulaciones ni en la tentación de manejar a nuestro prójimo como el idiota útil de una relación que solo da y recibe en un sentido, es probable que tengamos mas huellas de desilusión, dolor y les sobran dedos para contar los amigos de verdad a diferencia de quienes solo ven la amistad  como algo temporal y vano y se glorían de tener amigos por doquier.
Para ser un excelente amigo se requiere  de paciencia, honestidad, de una inmensa alegría y fuerza para darlo todo aun guardándose  para  si aquellos propios problemas, tristezas y desilusiones, mientras  se  da el momento oportuno para buscar un bastón de  fuerza que nos permita mantenernos en  pie de la misma manera en que cargamos con ellos.
Es por ello que al perder a un amigo, se resquebraja el alma y aunque hay miles  de maneras  de perder  a un amigo solo mencionare  las tres básicas, que hoy me arrinconan en la añoranza y la nostalgia.
Para empezar se puede perder a un amigo cuando la Fuerza creadora que todo nos lo dio, decide que es momento de quitárnoslo.
Esta  es la manera mas dura  y dolorosa  de perder  a un amigo, porque nunca hay oportunidades para resarcir los daños, no hay tiempo y abunda la ausencia que resulta dramáticamente atormentadora cuando se debe decir adiós para siempre.
Sin embargo, para el amigo que muere a los ojos de la vida terrenal, su despedida resulta como antes lo menciones impotente e irreversible, no hay otra solución mas que la resignación y mantener en la memoria los recuerdos alegres de quienes nos endulzaron la  vida, quienes con su vida fueron el bastón en momentos de flaqueza, quienes con sus palabras y actos nos dieron un nuevo motivo para levantarnos de alguna caída.  Muchas personas  pasan a diario por nuestras vidas dejando huellas que ni aun ellas mismas conocen, tal como  lo hacemos nosotros también, pero hoy cuando hago un alto en el camino, veo atrás y recuerdo a muchos de mis amigos que hoy solo me acompañan desde el cielo, con la impotencia de no haberles  reconocido, tal vez porque en su momento no lo aprecie, la huella que han dejado en mi vida.
Por accidentes fatales de la vida, por venganzas absurdas propias de los mundanos sentimientos humanos, por despechos desgarradores de amores no correspondidos, por idioteces propias de la edad o dela presión social o por hechos que no logramos descifrar y menos comprender; me doy cuenta que han sido muchos los amigos que he tenido que llorar ante su partida irretornable.
Sea el momento para  agradecer, aquellos ratos de risa  y locura, sea el momento para reconocer que me hicieron mejor y mas  sensible (aunque la gente pueda burlase de mi y llamarme drama queen), porque aun con cada una de sus partidas y de las circunstancias propias de su despedida, aprendí.
La segunda forma de perder un amigo, es Castigándolo con la brutal indiferencia,  propia de alguien que ha muerto, es el peor castigo que un ser humano, pueda vivir.
Tomar una decisión semejante requiere de lágrimas nocturnas para  no desfallecer a la mañana siguiente, producto de las  ansias locas por pedir perdón y aun mas por perdonar, pero para llegar  allí, sin lugar  a dudas no puede haberse tenido el orgullo berrinchoso de la inmadurez, esta manera de perder a un amigo solo es la consecuencia de quienes arraigaron lazos mas profundos, sin lugar  a duda también los amorosos, porque en el la complicidad del amor no se perdona la traición de las confidencias y de la entrega total.
Debe ser la respuesta a una ofensa tal, que no te permita el perdón y la gracia de una nueva oportunidad, la indiferencia, es un castigo que se asemeja aun puñal doble porque mientras quien la aplica para  matar una amistad profundamente herida condenada a su muerte, en la misma vía se va clavando el dolor de la perdida y muy pocas veces se logra resucitar. El juez que aplica esta pena es el principal condenado a la desdicha, duele pero es la sobrevivencia del amor propio.

La tercera forma de perder a un amigo, es la mas  fácil y sonsa, es el descuido en el tiempo, es la ausencia de quien no permite alimentar una relación muchas  veces ante el enceguecimiento de nuevas situaciones o circunstancias, nuevas personas, de nuevos objetos que causan ausencias irreconciliables, es el simple descuido y puede que solo llegue apreciarse cuando el tiempo y la distancia han puesto una muralla gigante entre quienes alguna vez casi que fueron uno.

Hoy no me arrepiento de perder mi tiempo escuchando o preguntándole  a quienes  en sus ojos  veo más que un color o una forma, hoy cuando siento la nostalgia por enterrar a alguien a quien parece que veo caminar elegantemente con su agenda bajo el brazo y una imborrable sonrisa que jamás dejo escapar de sus labios, palabras soeces o denigrantes hacia nadie, hoy cuando recuerdo su cálida y gruesa voz llamándome en diminutivo para recordarme que no olvide mi sombrilla en el salón, hoy siento la necesidad de recordar a aquellos amigos que nunca dudaron en llamar  para apoyarme, que buscaban mi complicidad para cantar o aquellos que me molestaban al punto del enrojecimiento de mis mejillas y a quienes hoy saludo en mi memoria, con inmenso amor y algo de llanto porque me siguen haciendo falta pese a que tuve que decirles Adiós amigos compañeros  de mi vida, gracias por todo lo que me ofrecieron y por ello no dudo que están en compañía de Dios en el cielo.

A los residentes del cielo, Yucelly, Sammy, Pachito, Nelson, Sergio y Vitti.