Del Por Qué a Ella No Le Gustan Las Fresas!
Cuando se esta enamorado, una persona del común logran
hacer las pericias mas increíbles del mundo, inventa los medios mas inesperados
y puede decirse que se espera lo inesperado, solo porque el amor logra lo que
ninguna otra fuerza ha logrado.
Tal vez por ello el dolor del desamor hacen que
tanta magia bendita se convierta en maldición y como toda maldición esta no se
conforma en contaminar a quien padece el desamor sino también a quienes lo
rodean.
Es difícil acompañar a quienes amamos a atravesar
el rio del dolor provocado por el desamor, la rabia es compartida, solo que uno
solo la vive con obsesión, hay lagrimas de la victima como de sus compañías, aunque
por diferente razón; mientras el recién abandonado enamorado llora la flaqueza
de su autoestima, la desesperanza de los sueños rotos, la cojera de la soledad
que lisia el alma con desesperación al punto de quitar el hambre, el sueño y la
calma , para la compañía del desilusionado, hay una sensación de rabia contra
el que osó romperle el alma, una impotencia fría que no te permite encontrarle
un camino de huida a la desesperación y una infinita solidaridad que invade de
pesar y misericordia.
No es fácil darse cuenta del dolor que con el nuestro
generamos en nuestros eres queridos, solo a titulo de anécdota me di cuenta que
en una época de inmenso dolor por un desamor, provoque que en mi hermana un odio
repugnante hacia las fresas.
Las fresas son si lugar a dudas una de las frutas
mas llamativas que se convierten en el símbolo exótico de la seducción a través
de su dulzura y sin embargo, un mal recuerdo condimentó estos frutos con rabia
de impotencia, indignación por la injusticia y la falta de consideración de
alguien que se ama y que fue despreciado hasta la humillación, no mejoró su sabor
porque en la ambientación había lagrimas y mucho desamor. Así se construyen las
fobias, así se construyen los miedos. Siempre supe del porque a ella no le
gustan las fresas pero solo ví la razón superflua, deduje que fue producto del
exceso, deduje que fue el resultado del hostigamiento digestivo, solo basto
escucharla una noche para entender, que fueron mis dolores lo que generaron la aversión
a las frutas, entonces resulta prudente cuestionarse si permitiré que a quienes
me aman padezcan mas aborrecimientos de cosas, sabores, olores, lugares y demás
objetos o circunstancias, solo por ofrecer perlas a los cerdos.
No solo por el amor a las fresas sino por el honor
propio, se debe pensar a quien en realidad se debe amar porque al entregar el
corazón, se entrega la vida, la familia, los sueños, las ganas y no resulta
satisfactorio recibir en recompensas desprecios, mentiras, burlas y hasta deshonores.
Cuando se llevan dolores en el alma a veces es
mejor callar porque si bien la compañía siempre sienta bien, si la amargas será
como el vino que pica para siempre dos almas o más.
Es fácil
empezar de ceros cuando se tiene la bendición de la compañía de la familia, sea
la madre, los hermanos, los hijos, los amigos, pero requiere de cierta
prudencia, requiere de ganas para escucharlos los consejos a tiempo, para ver el panorama desde la barrera, recordar
que a parte del amor que se brinda a quien decimos amar, también
le brindamos un gran tesoro como lo es la familia y más aun si hay hijos,
porque ellos esperan verte feliz y sonreír sin importar como se llama la causa,
por ello la verdadera causa, el verdadero amor debe recibir y apreciar con
respeto y honorabilidad el lugar que los tuyos le brindan a llegar casa.
No cualquiera con el mínimo esfuerzo puede llegar a
ocupar el podio de la dicha de tu corazón, debe haber demostrado que con
locura, aguerrida constancia y transparencia de corazón merece que le prepares
una cena llena de la fruta de su preferencia y que con la puntualidad de buen
amor, maduro y sano, llegue al banquete de tu corazón y del corazón de los que siempre te amaran.