Después de haber despertado de la que para algunos era una etapa moralmente normal por aquel pecado original al que la parábola debía achacarle la culpa de manera metafórica a la mujer, es entonces cuando se puede ver que lo exótico y erótico quedo castrado mutilando la esencia misma que pueda ofrecer la feminidad, que la hace única entre los seres vivos, algunos pensaran que solo se trata de la maternidad pero yo creo que es el amor.
Solo una mujer puede enloquecer por un hombre y enloquecer al hombre. Solo una mujer puede alcanzar a amar así como literalmente como lo describe la Biblia, con tanto fervor y desprendimiento aun de si misma y de lo que pueda valorar para si misma.
No es difícil desenmascarar a los hombres heridos por una mujer y menos descubrir que muchos se mueven impulsados por su dolor reflejándolo en odio, ira, humillación y violencia.
No he denegar que hay hombres dulces que como excepción confirman la regla, que son dulces y pacientes, que humildemente perdonan, lloran y suplican; hombre que echan en saco roto las palabras duras que atormentan sus recuerdos, hombre pacientes que callan y con un abrazo silencioso calman cualquier tormenta amargada, hombres que encaramelan el alma pese a la hiel que hayan vivido con su amada, esos hombres de novela, que se arman de valor para conquistar y reconquistar no solo con galanteria sino que saben que el amor están en las acciones y no en las palabras.
Sin embargo, para muchas de las mujeres de la actualidad el mundo moderno les brindo un reconocimiento de igual a igual entre géneros y resultan con el alma resquebrajada cuando son víctimas de la desigualdad que nos agobia, ya no solo somos las mujeres de la casa porque si estudiamos para algo lo hombres esperan que además de servir en casa, les sirvan para traer algo a casa, y ese algo no puede ser cualquier cosa; también somos las mujeres del trabajo, las que siempre deben responder por sus buenos oficios, sus funciones, sus responsabilidades muchas veces pese a tener el corazón roto por dejar a los hijos en solos en casa, o enfermos en manos de algún alguien, por haberse perdido cada insignificante avanzar que nunca mas se puede recuperar en su crecimiento, vendrán con seguridad los reproches de los unos y los otros. De los padres y de los hijos, de los jefes y sobre todo de nosotras mismas.
Con solo una mujer exitosa será suficiente para hacer infeliz a las otras con menos precisos o intolerancias y por ello siempre nos dirán que entre nosotras siempre nos damos duro, pero también esa mujer exitosa puede convertirse en una pesadilla al ser el reto o el sueño frustrado de tantas otras.
Pero los hombres harán otras tanta cosas, porque por amor hoy y siempre hemos visto como pueden también endiosarse, humillar con dinero y otra cosas banales, pueden disponer de la vida de los hijos y de la vida de sus mujeres. Estamos en siglo XXI en donde nos creemos la mentira que somos mujeres en igual a los hombres cuando ni nuestro cuerpo, ni nuestro sentir es igual al de los hombres y a pesar de ello hemos querido realizar actividades propias de ellos.
No pretendo deméritar la capacidades nuestras como mujeres, pero si observar que en la absurda competencia ya dejamos de hacer lo propio como féminas, y que más que proteger y amar y perdonar para enseñar a los hombres a hacer lo mismo, a seguir el verdadero ejemplo de amor y de perdón, que siempre será lo mismo, pero que para algunos no es más que la condena de la mujer al retroceso evolutivo.
La violencia en las mujeres, no ha incrementado, no se agudizado, hoy mas que ayer, como todo lo feo y despiadado solo se a vuelto de conocimiento público, cuando el occiso es una mujer, cuando el hematoma lo lleva una mujer, cuando es a una mujer a quien su compañero le mató sus hijo, cuando le daño la cara con ácido, cuando la violento sexualmente.
Estamos acostumbradas a que los hombres en casa griten, a que los hombres manipulen sentimentalmente aun siendo pequeños, a que los hombres se vean hombres por encima de los corazones rotos, mientras las mujeres por error o convicción siempre estarán condenadas por sexualidad, por ser la débil, por ser la ignorante, por ser la promiscua y así seguiremos condenando.
En una sociedad clasificada en castas que vive de una falso ideal de igualdad, cuando no hay normas iguales para mujeres como para hombres, así como no son iguales las de los pobres y los ricos, la de los ilustres y los ignorantes, no hay igualdad y debemos reconocerlo y aceptarlo en la misma medida en que reconozcamos que ser ejecutivas no nos da la gloria sino más trabajo y que si no podemos serlo no estaría mal ser apoyadas sin señal de manipulación o humillación.
Que ser ignorante tampoco nos hace menos, que ser soltera, promiscua, pobre o cualquier otra condición no nos hace objeto, ni propiedad de nadie, ni nuestros hijos, que si aprendemos a ser solidarias entre nosotras podremos lograr ser iguales entre nosotras y siempre diferentes a los hombres con igual dignidad, capacidad y éxito. Tampoco se trata de abusar la imagen femenina como el cliché de ventas y enganche, que solo logra reafirmar la condición pecaminosa. Pero todo ello solo lograremos las mujeres, porque los hombres aprenden de nosotras como amigas, hermanas, madres, novias, hijas, amantes, en fin desde la posición en la cual cada una se encuentre, sin importar la edad, pero siempre teniendo en cuenta que para empezar debemos a reconocernos a nosotras mismas sin rivalidades ni contiendas.
CLARIN OPINA