SENTIDO
PERDIDO, EL SENTIDO AÑORADO, EL SENTIDO COMÚN EL MENOS COMÚN DE LOS SENTIDOS
En
la onda de moderno que rememora lo retro, sin lugar a dudas la majestuosidad
Darwin siempre esta vigente aun a los ojos del ser más analfabeto, este padre como
todo buen padre siempre vio lo obvio a la luz de los ciegos, y como buen padre
solo tuvo que detener su tiempo, suspender su vida solo para arriesgarse y
sencillamente observar, libre de cualquier estigma, el viejo mundo, el nuevo
mundo o sencillamente el mundo.
Para
un buen padre, desnudar con crudeza la realidad de lo que le rodea y a quienes rodea,
es una tarea que aun en la adversidad, logra traducir la realidad con sencilla
aceptación para describirla y vaticinar el futuro de las relaciones desde lo
instintivo del ser viviente hasta el razonamiento humano que no es más que un
apelativo inmerecido de una diferencia que pocas veces aplicadas por el ser que
la posee.
Este
padre solo necesito tener sentido común para quitar la venda de la ignorancia a
una sociedad, sin distar la nuestra, solo veía una realidad embelesada en las riquezas
fútiles del mundo. Solo sentido común tuvo que tener, para descifrar el código genético
de las decisiones incomprendidas por todos los seres incluso los mal llamados
seres humanos.
El
distintivo lingüístico, humano, que para mi no es otra cosa que simple
apelativo cuyo sinónimo es racional, no es más que un falso halago que nos decimos
quienes nos creemos superiores a los demás seres vivos con los que compartimos
este planeta, porque cada segundo, los humanos dejamos de lado un sentido
innato y genético llamado sentido común, que no es mas que un sentido despreciado
por la falsa racionalidad y humanidad, pero que una vez tenido en cuenta nos
permite ser asertivos.
Muestra
de ello es la realidad que le hemos creado a los demás seres vivos y al mismo
planeta, otro ejemplo es la crudeza con la que nos tratamos entre la misma
especie, siempre en busca de emparejar lo mejor de un genero con otro,
ignorando una característica propia de los animales llamada sentimiento, que es
la que nos hace realmente igual a los demás seres vivos por cuanto la poseemos
y en la misma vía nos hace diferentes porque logramos manifestarla con raciocinio
convirtiéndonos en humanos.
Si
el sentido común, es un sentido con el que venimos todos, tal como venimos con
ojos y oídos, para algunos puede llegar a potencializarse con algo de educación
mientras otros solo se activa a través de la experiencia; lo cierto es que
todos lo poseemos, pero no todos podemos interpretar lo que nos indica y el meollo
del asunto se encuentra en el sentimiento que nos hace anularlo o acatarlo.
Muestra
de la falta de sentido común, o mejor de ignorar dicho sentido, es la agreción
en combates mortales no solo entre grupos sociales de conflicto, sino entre
cualquier grupo, sin importar la edad tal como ocurre en los hoy tan sonados
casos de bulling hasta en las relaciones de pareja, todos ellos justificados en
sentimientos de rabia, odio, celos, dolor, impotencia, superioridad y demás sentimientos
dañinos propios del instinto. Nadie se escapa de esa ignominia, alguna vez la
hemos sentido, en el fondo de nuestra cabeza se podría escuchar una voz que nos
dicta conforme a la razón, la emoción y el instinto, el camino correcto a seguir
en cada bifurcación que nos presenta la vida pero que algunas (o muchas)
ocasiones se ignora aun a costa de nuestra propia existencia.
Tal
vez por ello, justifico que hoy luego de miles de años de luchas sangrientas en
la historia general del hombre tengamos que ponernos en la tarea de escribir
protocolos de comportamiento ante situaciones adversas en las que se pueda ver
envuelta cualquier persona, generadas por el mismo “ser humano” v.gr el
Protocolo de Víctimas de los Conflictos Armados, de víctimas sexuales y el
reciente Protocolo para la Fuerza Pública en el Manejo de la Violencia Sexual
para Colombia, Estados Unidos y Chile; de los cuales no critico ningún procedimiento,
ni los fundamentos de su existencia sino simplemente la falta de sensibilidad de
las personas, al no tener la agudeza de la razonabilidad y observar crudamente
la realidad de nuestra propia condición de ser humano (mejor llamado persona
para no caer en utopías lingüísticas y menos aun ideológicas), para permitirnos
sinergias en momentos críticos que nos permitan desde nuestro raciocinio,
actuar de manera correcta y aun hiendo mas allá, evitando causar circunstancias
que nos dejan el último puesto de los más insensibles e irracionales en la jerarquía
del reino animal.
Esa abrupta manera en como logramos ignorar el
sentido común para tratarnos, no requiere adentrarse en los minados campos de
la guerra o el conflicto armado, solo basta escuchar a algún familiar o conocido
que nos quiera contar alguna batalla campal con su pareja, o leer el reciente censo
colombiano que indica que cada vez mas hombres jóvenes en Colombia son víctimas
de maltrato físico por sus adoradas noviecitas, es lamentable como quiera que
se exprese la violencia en contra de la mujeres, sin lugar a dudas nunca tarda en
evidenciarse en la misma forma y en peores medidas la violencia contra los
hombres, para terminar subsumidos en circunstancias que Darwin no lograría explicarse,
aunque algunas feministas logren justificarse.
Abunda
el instinto sobre la razón, sin lugar a dudas el más fuerte logra sobrevivir
aun a nuestros propios vejámenes, sin lugar a dudas en busca de encabezar la jerarquía
del mejor, siempre habrá lastimados, heridos y por qué no hasta mutilados,
porque el instinto siempre es movido por el sentimiento lo que inevitablemente
nos hace perder la cabeza y con ella, el cada vez, es mas escasa la observación
plana y llana de cada situación que nos rodea, porque no hay tiempo para
detenernos y conocernos o reconocernos, de tener en cuenta los sentimientos que
impulsan a los demás y que marcan la pauta del añorado y menos común de los sentidos
como lo es el común.
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