domingo, 30 de septiembre de 2012

Del Amor a la Violencia


Del Amor a la Violencia

En los últimos años, la violencia  doméstica se ha convertido en el titular de los diarios en el mundo, es el escándalo social y hasta la herramienta judicial para la defensa.

El ser humano durante  su existencia  ha logrado evolucionar de todos los aspectos que integran su entorno, su intelecto y aun también sus emociones y sentimientos, pero hay batallas que pareciera no poder aceptar o mejorar, la violencia contra la mujer es un tema de siempre, un hecho presente en cualquier estadio de la sociedad.

Solo basta cerrar los ojos y mirar atrás para recordar un hecho cercano de alguna familiar, de alguna vecina, de alguna amiga, o los estériles recuerdos de los abuelos, leer obras literarias escritas dos o tres o muchos siglos atrás, para recordar que la violencia de la mujer solo radica en su condición física, psicológica y emocional.

Si, la mujeres son el sexo débil y no hay porque indignarse, ya que la debilidad de nuestro ser radica en lo que pensamos y sentimos y con ello sencillamente lo exteriorizamos con nuestro cuerpo, pero la pretensión de esta  reflexión no busca la resignación del objeto pasivo de los golpes, ni justificar la tortura del silencio porque estas son solo las consecuencias o los signos que dejan su huella  el alma, en la psiquis y en el corazón.

La debilidad de la mujeres radica en que las emociones y los sentimientos los vivimos desde el alma hasta el cuerpo, sin dejar un espacio en ninguno, nos inunda la razón y puede llegar a nublar la misma conciencia, las mujeres a lo largo de la historia hemos  sido acostumbradas y educacadas  para soportar los dolores  del cuerpo solo porque el diseño de la procreación nos asigno la tarea y la sociedad no permite que lo olvidemos desde que nacemos, busca  siempre educarnos en el maltrato.

No es mentira que las mujeres tenemos el poder inalcanzable que maneja como títere la política, las finanzas, el poder de transformar los antónimos en sinónimos y de convertir el cielo en el  mismo infierno y por ello  nos ganamos la condena a ser las primeras llamadas al maltrato cuando algo sale mal en la sociedad así se nos acostumbra.

Para muchos es insolente, desconcertante e impotente entender la historia  de alguna mujer maltratada, lo obvio serán los reproches, las preguntas, los juicios, pero muy pocos  enteran el verdadero móvil de las  decisiones y la pasividad del comportamiento, así lo  entendí  hace algunas  semanas cuando en un programa de fin de semana que pretende un despertar social o simplemente el raiting del amarillismo televisivo, narraba la historia  de una mujer de mi edad, ultimada por su esposo y la pregunta de quienes realizaban el programa era Por Qué?

Cúal podría ser la respuesta a esta pregunta?, si no hay diferencia  entre esta mujer y la asesinaron sus  vecinos por considerarla  bruja, ni tampoco con la  periodista que  buscaba parte de la verdad  de un conflicto armado e n el que vive el país por mas  de  cincuenta años habiendo encontrado la crueldad de sus secuestradores que incesantemente la violaron y la dejaron desnuda en medio de la nada caminando por un carretera, o de aquella líder comunitaria  defensora de los derechos humanos de la mujeres victimas del conflicto, quien no solo ha sido victima tres veces de violaciones y raptos sino que también lleva en su pecho, el  dolor de heredar semejante experiencia a dos de sus hijas, no se aparta de las miles de niñas que en silencio sufren los abusos de sus padres , familiares o conocidos, no es  diferente de las  que huyen de sus exnovios y maridos, de la policía, de la guerrilla, de los delicuentes.

Porque  al final pareciera que el don que  tenemos  del amor y la dulzura, ofrenda que entregamos a los hombres para que ellos  puedan soportar cualquier prueba, para  hacerlos grandes, para permitirles la plenitud solo sirviera para convirtierse en odio, y tanto amor se revierte en odio, incontrolable, despiadado e inhumano.
Como justificar  a un hombre que maltrata a una mujer, si es que todos fueron paridos por una, en su mayoría  criados  por una y seguramente adorados y  exaltados por una.

Como decirle a un militar como un guerrillero, que por un protocolo mundial producto del dolor y la lucha  de muchas mujeres, debe entender que su miembro sexual no puede ser usado como arma militar.

Como decirle  al doctor como al  delincuente,  al hombre, al novio, al amante, al esposo que nadie ni nada lo legitima para maltratar  con su miembro  sexual o con  sus palabras  a un a mujer, pese a que  en su pecho sienta un dolor abrumador, pese a que su mente erradamente  pretenda protegerse con insultos, con gritos, con juicios, con denigraciones.

Reconozco que a los hombres les hemos enseñado a guardar  sus emociones y por ello entiendo lo enloquecedor que puede ser sentir tanto veneno, tanta confusión, dolor, angustia, impotencia, sentir desprecio y otros demonios y no poderlo decir, por costumbre o testarudez y el origen de tanto dolor sin lugar a dudas esta en nosotras porque así los hemos hecho, así los aceptamos, así los toleramos y es así como nos equivocamos y puede que  muchas  no les importe el resultado de su trabajo porque será otra quien tenga vivir la  consecuencia.

Educar en amor es muy difícil porque en si, las mujeres somos muy diferentes a los hombres y nuestras emociones  nos hacen débiles frente a ellos.

De pronto las  normas nos ayuden un poco, pero en realidad  depende de nosotras evocar el respeto sin caer en errores como asumir comportamientos masculinos, o repetir nuestros mismos errores generacionales, el respeto desde una pequeña palabra y acto de nobleza como pedir perdón nos permitirá dejar de ser victimas de violencia, solo si todas planeamos lo mismo y entendemos que la debilidad de la emoción y el sentimiento nos hará fuertes y a ellos les permitirá alejarse del camino que del amor  a la violencia.

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