lunes, 3 de septiembre de 2012

Y si te levantas del lado contrario de la cama…..


Y si te levantas del lado contrario de la cama…..

Quien no ha tenido un mal día por lo menos una vez al año?, a quien justo no le sonó el despertador el día en que necesitaba levantarse mas temprano?

Y justo tienes 15 minutos para alistar a tu hija dejarla medio vestida y con el desayuno en la mano en la puerta del bus escolar, por andar en la maratónica rutina de la mañana olvidas que dejaste el sándwich calentando y luego de un duchazo relámpago, lo encuentras del mismo color que un moro.

Mientras tanto haz dejado a tu hijo en la ducha, quien no deja de recordarte a los gritos tu apelativo y te informa que olvido llevar su toalla y sales como alma en pena a socorrerlo, mientras tu cuerpo  olvido calcular el lugar exacto para no tropezarte con el filo de algún mueble , justo ahí, en el dedo mas pequeño de tu pie, pero tu valiente madre soportas  el dolor y llegas a la meta pese a que lo hagas coja y conteniendo las lagrimas y dejando escapar un sereno insulto mañanero.

Recuerdas que debes ir vestida a la oficina y cual mago de circo te vistes y maquillas rompiendo tu propio record personal, para luego acomodar tu cabello  mientras  alternas  tu plancha con el cepillo que dejara tu hijo como el príncipe por el cual mas de una niña suspira.

En tu memoria van en pasarela uno tras otro cada pensamiento de las pequeñas cositas que te faltan por hacer; empacar el almuerzo, recoger la ropa sucia, aplicar bloqueador al pequeño gigante que tiene una presentación a pleno rayo del sol y tendrá maquillaje en su rostro, dejar el dinero para pagar el recibo de la luz que se vence justo ese día, repasas donde tienes las llaves y el carnet para que tu llegada sea triunfal  en la oficina.

Todo parece estar perfecto, sales corriendo y justo en la portería recuerdas que dejaste el almuerzo, te devuelves los cuatro pisos por la escalera, recoges el manjar del medio día, dejas a tu hijo suplicándote que vayas a su presentación que es justo a la mitad de la mañana y estará precedido de las madres sin oficio que no salen de colegio desde el primer día hasta aquel en que colegio descansa de estos honorables miembros administrativos ad honorem.

Tomas el bus y empieza el show de malabarismos, con una mano llevas tu cartera y el bolso del almuerzo, con la otra pagas e intentas agarrarte del tubo que evitara que te vayas de cara a la menor frenada en seco, mientras conservas el equilibrio de tus hermosos pies entaconados y ahí logras una pequeña meta, la silla.

Si la logras te permitirá ir tranquila 40 minutos (de lo contrario parecerás la muñeca de la cajita musical que parece dar la vuelta en su propio eje pero que jamás lo hará). Una vez trascurridos esos lentos minutos que te torturan con música para cortarse las venas, en el mejor de los casos, hay iniciar nuevamente la carrera entre paso fino, equilibrio y el forzoso empuje de los demás pasajeros para llegar justo a tiempo al timbre, calculando que el amable conductor te deje justo en tu parada y no una calle mas adelante.

En cualquiera de los casos te bajas y caminas, respiras profundo, sientes como se te congelan las manos y el rostro sin dejar de afanarte por ubicar la sombrilla que salve tu blower de la lluvia…igual debes llegar como una princesa a la oficina y con una sonrisa que oculte que quieres llorar!.

Después de tres cuadras, esquivando los afanados carros que no dudan en acelerar si te ven atravesando la calle, logras llegar a tu oficina y el ascensor con sevicia no para en tu piso sino dos mas arriba.

Empieza tu día, metes la pata con algún comentario desprevenido justo con tu compañera susceptible, puede ser que se te olvide guardar los cambios del archivo que trabajaste toda la mañana y luego del almuerzo te toque repetir.

Llegada la hora del almuerzo, le compartes del tuyo alguien que especial, pero justo en el momento de servir, te fijas que la sopa esta espesa y decides disolver con un poco de agua para que tu comensal no tome un mazacote pero termina por reprocharte no haberle consultado la decisión de agregarle agua, anunciando a grito herido que no se la va tomar aunque termina por calmarse y consumirla.

Trascurre la tarde no sin antes darte cuenta que olvidaste la cita médica, se te rompió la media velada que intentas pegar con esmalte, una llamada fastidiosa o reclamante de algún ser querido, que en ese momento ya no te es tan querido.

Llegada la hora de salida y luego de justificar el día de labor, de regreso a tu casa tomas el bus de regreso, amenizado por sirenas agudas, graves, viejas y modernas del maravilloso tráfico capitalino, ruegas que no haya tacos, pero justo es tu día y Murphy no se hace esperar, te tardas una hora en llegar.

Al llegar a tu casa con un suspiro de alivio. entras a tu hogar y vez a tu hijo del color del camarón, mientras la bendita neurona te dice en silencio: ¡Olvidaste aplicarle bloqueador!, acto seguido viene tu hija con cara de ultra tumba y sin voz te informa que se enfermó, con un beso y un abrazo te recargas de energía.

La empleada no puede dejar su papel estelar y con una dulce voz (indicio grave) te notifica que debes comprar una plancha y una nueva olla de presión, que es mejor que cambies de plomero porque el tubo de la cocina sigue goteando y por cierto ya no cuentas con agua caliente porque la ducha se tapo.

Solo para probar tu fortaleza, descubres que olvidaron hacerte almuerzo para el día siguiente, dejas los tacones y en pijama y resignadamente asumes la noche entre fiebres y malestares gripales, alternados con fugaces y medianamente reparadores sueños.

En la oscuridad, el silencio y el frio, el coraje se desquebraja y la mascara de las sonrisas dejan fluir un par (tal vez sean unas mas) de lagrimas liberadoras finalmente por algún medio te enteras que por fin llegan las 12 a.m..

Un nuevo y maravilloso día, del que emane mucha mas energía, en el que te esfuerzas por no olvidar un solo detalle, por vestirte de sonrisas, mientras luchas por hacerlo todo en tacones y de la mejor manera posible, habiendo dejado el sin sabor de un día en el que te levantas del lado contrario de la cama.

A todas las mamas que decidieron jugar a ser mamás renunciando a ser mujeres yoga mantra  (yoga =yo gasto, mantra= man trabaja) y que con plena certeza pasan superan dificultades mas  trascendentales que ésta.

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