domingo, 17 de marzo de 2013

NO HAY LUCHA ENTRE EL BIEN Y EL MAL


No será la primera vez que me remonte  a los trágicos  cuentos  infantiles que alguien debió clasificar  mal ya que  solo buscan terminar la inocencia que hoy queremos  salvaguardar, pero que no dejan  de cumplir la misión de  enseñarle a la gente  la  diferencia entre en el bien y el mal.

Aun así todos crecemos, aun así todos  tarde o temprano olvidamos soñar con toda la  libertad, aun así tarde o temprano todos  sentimos algo  de bien y de mal, creamos en nuestro interior algo  de benevolencia o maldad; concluyo que no nace, solo se hace , la hacen otros, la  hacen las  circunstancias  de  vida, la crean en nosotros  los demás  cuando aún vive en nosotros la ingenuidad.

Es  allí donde el príncipe, la princesa, la doncella o el caballero mueren destrozados y nace  como hierba maligna los sentimientos oscuros que también aportan crecimiento para quienes lo logren superar, como  el hombre araña negro que sin querer se  dejó atrapar lográndose  liberar cuando en el fondo lo bueno de cada  ser humano se clasifica en la intimidad y decide que hacer, que tener, que conservar convirtiéndolo en su capital para  seguir, así todo cambia en la vida real, cada palabra bonita o fea. No solo las niñas buenas sino también  los  niños cambian y endurecen el alma, el corazón, dependiendo  el golpe y la desilusión.

Las promesas  de amor son las lecciones más duras, porque ponen a prueba  tu amor  propio, porque  ponen a prueba la bondad y el mismo amor  por los demás, su ruptura deja huellas en cada personalidad, dejan recuerdos, emociones y sentimientos, nadie es fuerte o recio en su genio de no ser por su historia llena  de personas y circunstancias que vulneran  y generan constante cambio.

Es así como  el bien y el mal siempre  están,  la relatividad de lo bueno y lo malo dependerá de cada uno pero eso asumir comportamientos y actitudes polarizadas de lo bueno y malo, nos amarra unas cargas en el alma, difíciles de llevar, las culpas, los arrepentimientos y las frustraciones no  se hacen esperar y con ellas la búsqueda de responsables como así, al mejor estilo legal, los daños y perjuicios se fueran a resarcir, como si todo así llegará  a mejorar.

No hay peor castigo que pueda un  ser humano soportar que el látigo propio, la falta de perdón propia, es una venda que no deja ver ni adelante ni atrás, quitarse la venda es perdonarse asi mismo, es no permitir que el equilibrio entre el bien y el mal se altere en nuestro corazón y en nuestra alma, entiendo el dolor y la rabia que puedan generar la mentira, la falta de palabra en una promesa hecha, las verdades a medias que pueden dejarte en el desierto de verdaderas y mentiras que no logras separar como la sal del agua de mar.

No habrá que contener la lágrimas cuando miras  atrás y te das cuenta que viviste un sofisma pierdes la fé en los demás, pude que  sientas ridiculizado cuando vez que te usaron, que fuiste idiota útil, pero más que auto contemplarse en el silencio, resulta más  sabio reencontrar tus sueños, reconocer lo que realmente eres, reconocerte en lo bueno y maravilloso que tienes, en esos únicos sentimientos buenos que adquieres con solo el perdón, tu propio perdón, la aceptación y no el arrepentimiento porque este deja impotente, en el amor propio que quita la vestimenta de la amargura, el sufrimiento y la amarga espera de quien no volverá por alguien que puede y debe seguir siendo su esencia, sin dejarse provocar de los celos, la soledad o un simple día lluvioso porque al fin de cuentas nada es bueno o malo en su totalidad ya que del uso que le des a cada evento en tu vida, a cada sentimiento por algo o por alguien te convertirá mágicamente en un ser bueno o malo en el príncipe o la princesa, en el villano o la bruja. Sencillamente no hay lucha entre el bien y el mal de ti siempre depende!

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