ENTRE LA VERDAD Y EL ENGAÑO
El ser humano
en la búsqueda por quererse encontrar diferente y único a lo demás existente y
creado sobre la faz de la tierra, siempre ha buscado verdades lógicas e
imaginarias que satisfagan la curiosidad y ego, tal vez por ello en su
evolución ideológica ha saltado entre la respuesta emanada de la realidad, el
indicio y el imaginario, es así cono a ninguno puede atribuírsele apelativos de
bueno o malo porque la verdad de una sencilla realidad depende de lo que crea
simplemente el ser humano.
No he dudado
que el imaginario siempre es el primer recurso de la mente humana no solo para
explicarse lo incomprendido si aún más es el método de seguridad que permite protegerse
de las verdades crueles y descarnadas que se ocultan a voces y que el ego no
permite ver.
En las relaciones
humanas buscamos la perfección de un ideal imaginario que justificamos y
defendemos aun por encima de los indicios del bien y del mal; la obsesión por
no sentirnos heridos, defraudados, fracasados y perdedores muchas veces nos hace
entablar luchas pérdidas, anhelos nunca viables y amores incomprendidos e
imposibles.
Estas
situaciones lamente se ata a las obsesiones por encontrar o recuperar momentos únicos
y especiales que dieron felicidad desbordante a la mente e incluso al cuerpo, se
enceguece la cordura, la razón y la ética, no existen límites de pudor o vergüenza
y puede que desaparezca los rastros de conmiseración humana.
El engaño
puede ser tan relativo como justificado en el dolor, bien para evitarlo o
vengarlo ya que puede que cubran amargas verdades que apelan a la misericordia
y compasión humana por evitar un dolor. Estas buenas intenciones puede que
nunca logren su objetivo y más que endulzar pueden llegar a contaminar el alma
de quien no puede soportar ni el engaño y menos úun la mentira, en ello desde
luego incurrimos todos los seres humanos que tenemos amor propio ya que no se
hayan rayones que expliquen la razones que conlleven verdades crueles y
escuetas.
Desde la
infancia fantasear para ocultar la realidad es la mejor manera de soñar y
negarse a la verdad de las rudas realidades del mundo; cuando la adolescencia se
asoma somos los timadores de nuestro propio corazón cuando idealizamos
realidades y sentimientos muchas veces desajustados a lo que realmente son y de
adultos nos escondemos en ellos desde las minucias que nos dejen bien parados
dentro de la formalidad hasta las que gigantescas que justifiquen nuestro mal
actuar.
Así vamos
saltando de engaños a verdades y viceversa siempre impulsados por la culpa o la
misericordia, buscando sentirnos bondadosos, victimas, humanos, etc, cualquier
cosa benévola que no aleje de los antónimos y nos convierta en los antagonistas
de nuestra historia, si estamos en una posición que conlleve responsabilidad,
sin renunciar a la exigencia de la simple llana verdad que se reclama cuando la
posición sea escuchar la explicación.
Hay quienes desecharon
el pudor total del respeto justificado en la sinceridad plena y que generan
dolores descarados ya que rechazan cualquier remordimiento solo con una frase
caduca como “te lo adverti”, “siempre he sido sincero”, sabias y conocías todas
las circunstancias”, “me conoces mejor que nadie”, etc., para finiquitar
cualquier reclamo o sentimiento de culpa, lo que no es más que el descaro o el
abuso de la verdad, situación que reclama un engaño como muestra de lo humano.
Como quiera
que se dé, en la búsqueda por estar en paz, la evolución y la humidad siempre la
verdad y el engaño, tanto como el yin y yan, van siempre de la mano y equilibrarlo
será el reto de todo ser humano que se ama y ama sin pereza o ego arrebatado
propios de un galán al estilo de don Juan, mal que también se da entre mujeres
que no están dispuestas a brindar verdades y engaños relativos.
El engaño que
las mentes se forjan para evadir lo que no soporta la razón, verdades que se
dicen a conveniencia no son más que el comodín, esclava del deseo y la
conveniencia al servicio del ego o la humanidad.