Soy una
mujer que aun no
se considera vieja, aunque
tenga días en
que mi alma pese
más que un siglo
completo, soy una mujer nacida
en un momento de
revoluciones y revueltas, criada
por otra mujer que al nacer
a penas y le
abría la puerta
el siglo, llena de atavíos,
con cadenas de culpas perpetuas, relegada a no ser
mas que la
cocinera de la casa en que
viviera aunque alguna
le fuera atribuida
como propia, con una voluntad impetuosa
por defenderse como
mujer de igual
a igual a un hombre sin
perder la decencia y le honor de ser mujer.
A
mi me dio a
luz una mujer que creció
soñando con ser
grande en el mismo momento en que tuviera los privilegios propios de los
hombres y se sintió
libre cuando pudo vestir
unos pantalones mientras fumaba
al calor
de unas tragos producto del
trabajo que la libero de
moralidades inquisidoras pero no por ello
dejo de pagar
el precio de verse señalada
como una mujer
libertina, la paria que la sociedad
no entendió cuando
aun por encima
de soñar como madre
soñó simplemente como
mujer libre.
El resultado
no podía ser mas
desconsolador, pues yo conservo
algunas enseñanzas arcaicas que
siento que me
atan mientras otras vuelan
de manera libre y descarada, pero reconozco
que aun esas ataduras
me han servido para
no perder de vista mi objetivo
de ser un simple mujer integral,
de la que al parecer a
muchas le puede llegar a producir prurito emocional femenino, enfermedad
innata en la mujer comúnmente llamada envidia.
Algunos se atreverán
a decir
que la envidia
no es propia
de la mujeres y así también
lo concibo pero
nadie podrá negar
que en la mujeres resulta
ser mas enfermiza solo porque
tiene brotes de sevicia.
Al creer
siempre escuche de mi
padre decir que “uno
no es monedita
de oro para caerle bien a todo
el mundo”, sin embargo, al respecto hoy podría refutarle
que con otro adagio popular que “uno
no tiene la culpa
de la cara que
tiene pero si de
la que
hace”, aunque hace poco aplicaba
la enseñanza literal, hace poco
me hicieron entender que
era metafórica y puedo jurar que
quien me dio la
lección hoy no se ha dado
por enterado.
Esta frasecita
encantadora apropiada para cualquier
mujer en cualquier tiempo,
tiene veneno político, no es
solo la cara la que
hace al santo, dice
otro adagio, sino
lo que cada uno
haga, hoy las mujeres no se
siente relegadas frente
a los hombres porque hoy son muy
pocas las que
andan en casa, jugando
a bordar en punto, pintar en acuarela mientras descrestan al mundo con habilidades culinarias
que seguro las abuelas de ayer no
darían importancia ni reconocimiento. Hoy
salimos a estudiar, a
trabajar, a luchar, a conseguir
comida, como los cazadores nómadas
que se
hicieron sedentarios hoy las
mujeres nos volvimos cazadoras y vamos dejando
encerrados a los hombres en un limbo, muchas veces
sin hogar y sin
oficina.
Así que
entre nosotras nos hemos reconocido como enemigas, aunque con ello
no afirmo que no
tengamos clanes o alianzas que
nos permitan mantenernos vivas y sobre
todo triunfantes.
En aquella
oportunidad, en que una llamada
postergo mi voluntad de
escribir en este espacio, fue
justo cuando mi sueño de mujer
moderna se hizo realidad, conseguí
un trabajo!!!, era justo
el milagro que me necesitaba para obtener mi libertad, la que había perdido desde que tenia
que depender de mi
exmarido y no realmente porque mi
libertad se viera marcada en el producto de intelectualismo de una
mujer del siglo XX, sino,
porque en mi caso no había nadie mas
feminista en mi matrimonio
que mi adorado
exmarido y con ello pretendo
decir que era un
alivio saber que engrosaría la estadística de mujeres
que además de ser la
súper profesional que produce con su intelecto, tendría que ser
la súper mujer ama de casa, la súper mamá y
desde luego ser
la súper esposa.
Hoy, varios meses
después puedo asegurar que de súper solo
tengo la ilusión; el papel de la mujer
en efecto cambio
y contrariamente a lo que
muchas piensan, creo que empeoro,
ahora todo lo hacemos a
medias: somos medio mujeres. Un par de
horas diarias para todo lo que no
nos represente dinero es la manera en que
justificamos que lo
importante no es la
cantidad de tiempo sino la
calidad de él, con
nuestros hijos o con todo aquello
que llamemos vida personal llaméense, familia ( hijos, esposos, novios o mosos, hobbies,
salud,etc).
Esa si que hoy en día veo
mujeres perdidas en el
mapa de sus vidas, buscando ser felices desde la soltería aunque solo
sea la falacia para sentirse menos solas, menos pobres, menos fracasadas, menos
frustradas y no con ello infiero
que todas deban ser
casadas o que deban ser madres, a lo que me
refiero es que estos
nuevos roles nos hacen mas competitivas, mas agresivas entre nosotras y con ello hemos
perdido el camino de sentirnos
realmente mujeres, femeninas entendiéndolo como
el complemento lo fuerte, de
lo protector, de lo sútil, de lo amoroso
y tierno y lo hemos cambiado por una competencia
de poder y con ello
la política se convirtió en nuestra arma lejos de ser una política, elegante y femenina es
justo todo lo contrario somos rapaces y
bajas al momento de dar una lucha laboral, somos humillantemente
despiadadas aun con nosotras mismas, mejor
si es con nosotras
mismas porque así
nos sentimos mas poderosas.
No
culpo a las abuelas
escandalizadas por los
alcances de su congéneres,
justifico sus reacciones porque siendo ellas
quienes empezaron una lucha silenciosamente femenina para el cambio, con sus
luchas caseras con los padres, hermanos , esposos y hasta hijos, debemos reconocer
que lo hicieron siendo súper mujeres, completas, femeninas y
sin lugar a dudas recatadas y bien
diferenciadas de aquellos
comportamientos varoniles que hoy en día no se
logra distinguir en ningún lugar ni siquiera en el hogar.
Me rondan diariamente las respuestas del momento que se escucha de boca en boca de las mujeres lo que no es ser mujer; no es ser madre,no es ser esposa, no es ser sumisa,no es ser ama de casa, no es ser fracazada, no es ser profesional, no es ser exitosa, no es ser fiel o femenina, no es ser tierna o noble, entonces me retumba nuevamente la pregunta entonces como debo ser yo como mujer?
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