Cuando tenemos hijos, la ilusión de sus
travesuras o sus simples sonrisas nos hacen olvidar que crecerán y cerraran la
puerta de su habitación.
Cuando los hijos crecen puede que por momentos
lleguemos a pensar que lo divertido de padres, terminó porque ya no somos sus héroes
y cada vez es mas poco lo que los podemos
guiar, al punto que yo lo
que antes les llenaba de orgullo hoy pareciera que se convirtió
en la vergüenza social
por la que los hacemos
pasar, todo ello sin importar
que edad tengas finalmente solo
están buscando su camino, a la independencia
y a la privacidad y a todas aquellas
cositas que los determinan como jóvenes
en proceso de una adultez, sin embargo,
para los padres no nos
resulta fácil encontrar que
alguien cerró la puerta de su habitación
y ese no fuiste tu, menos
aun si aun el sol resplandece y
sabes que del otro
lado esta tu hija jugando a ser grande mientras habla
por celular o chatea con las
amigas de los típicos temas
de una adolescente.
Si ya he reconocido que este medio se parece
al confesionario de mi templo, asumiré
entonces que podré descansar contando que hoy tuve
que preguntarle a la psicóloga
que hacer frente a semejante acto de emancipación, si frente
a mi educación la regla de mi casa es que siempre
debían andar la puertas abiertas
de par en par, porque no había nada que
ocultar, pero reconozco que hubo momentos en los que viole tal regla y no precisamente en compañía de mi alma.
Siempre
admiré a quienes sus padres les ofrendaron el signo de amor, respeto y
responsabilidad una republica independiente de cuatro pares, un
espacio no solo para
dormir, sino un espacio aun que podría confundirse a
efectos de funcionalidad con el motel de 25.000 pesos al que acceden
los universitarios promedio luego de una
semana de faquir y varias noches de
sueños calientes y contenidos. Para
aquella época pensaba dentro de mi libertina edad que
sería una madre mas liberal, si
al fin y al cabo viniendo de unos padres medio hipposos
donde el
tabú del sexo no debía existir
yo podría hacerlo sin la menor
recriminación moral y fue entonces
cuando al cabo de unos diez años, es decir a la vuelta
de la esquina me ocurrió lo mismo
que a mis padres, o madure o me convertir
en una victima mas de la doble
moral social, en la que me cuesta imaginar dándole licencia
a mi hija para acostarse con su
novio, en su cuarto en su cama, ubicada
nada más ni nada menos que en mi
casa!!!.
El asunto aquí
es la privacidad, de mi hija o de los hijos en general, la privacidad que
tienen nuestros padres quienes no dudaron ni un minuto
en hacernos sentir su limite ya
que para nosotros la privacidad de
nuestros padres es lo mismo que la partícula de Dios para los conmocionados científicos de
estos tiempos, tan efímera y pequeña
que sabemos que sirve
para algo y con seguridad que
nuestros padres la tienen
y la ejercen pero sabemos exactamente qué es. La privacidad, es un objetivo de batalla cuando somos hijos pero que algunos solemos entregar a
nuestras parejas como signo de fidelidad y confianza
mientras para otros
en un limite que no admite
negociación alguna bien porque no
escondan nada o porque sencillamente la
privacidad es el escudo protector de las
verdades que algunos no quisieran escuchar.
Así que
mejor tenerlo claro desde la definición y el señor Google con su
Winkipedia, terminara por avalar mi tesis sobre la
privacidad y la intimidad:
“La privacidad puede ser definida como el ámbito de la vida
personal de un individuo que se desarrolla en un espacio reservado y debe
mantenerse confidencial.
Aunque privacy deriva del latín privatus, privacidad se ha
incorporado a nuestra lengua en los últimos años a través del inglés, por lo
cual el término es rechazado por algunos como un anglicismo, alegando que el término correcto es intimidad, y en cambio es aceptado por otros como
un préstamo lingüístico
válido.
Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia
Española - DRAE, privacidad se define como "ámbito
de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión"
e intimidad se define como "zona espiritual íntima y reservada de una
persona o de un grupo, especialmente de una familia".
En conclusión, privacidad e intimidad para
los sabios de la lengua es lo mismo, lo que me genera la duda aquí es que
simplemente de hablan de algo que se protege de la intromisión así que llevado
este plantemiento en efecto hay cosas
que es mejor no escudriñar ya que si están en dicho ámbito individual
es porque no debe ser algo que pueda generar mucho
bien pese a que sea loable, amoroso o simplemente humano, en efecto hay
secretos que todos tenemos que jamás
revelaremos ni aun bajo el secreto de confesión o de visita al psicólogo, hay secretos que podemos
compartir en familia y aun mas en
pareja lo que nos sin lugar a dudas no solo crea sino fortalece la relación pero hay intimidades que es mejor
dejar en terradas en las mentes de quienes son sus dueñas porque pueden terminar
convirtiéndose en la caja de Pandora, porque luego no hay quien los
guarde, quien los olvide y peor aun
quien los perdone.
Así que hoy
concluyo afirmando que el adagio popular “ojos que no ven corazón que n
siente” es la reafirmación de lo que mis
madres solían decirme de
adolescente: “nunca le cuentes todo a tu esposo guárdate algo para ti que el que calla es dueño de sus
secretos y el que habla es esclavo de sus palabras”, que de haber seguidos sus consejos me habría evitado muchos líos y
sobre todo no hubiera expuesto a mi corazón a noticias agrias.
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