martes, 21 de agosto de 2012

Cuando Tu Hija Cierra La Puerta


Cuando tenemos hijos, la ilusión de sus travesuras o sus simples sonrisas nos hacen olvidar que crecerán y cerraran la puerta de su habitación.

Cuando los hijos crecen puede que por momentos lleguemos a pensar que lo divertido de padres, terminó porque ya no somos sus héroes y cada vez es mas poco  lo que los podemos guiar, al punto  que  yo  lo que  antes les llenaba  de orgullo hoy pareciera que  se  convirtió  en la vergüenza  social  por la que  los  hacemos  pasar, todo  ello  sin importar  que  edad tengas finalmente solo están buscando su camino, a la independencia  y a la privacidad y  a todas  aquellas  cositas que los  determinan como jóvenes en proceso de una  adultez, sin embargo, para  los padres no  nos  resulta  fácil encontrar que alguien cerró la puerta  de su  habitación  y  ese no fuiste  tu, menos  aun si  aun el sol resplandece y sabes  que  del otro  lado esta  tu hija jugando  a ser grande mientras  habla  por celular o chatea con las  amigas de  los  típicos  temas  de una  adolescente.



Si ya he reconocido que este medio  se parece  al confesionario de mi templo, asumiré  entonces que podré descansar contando que hoy  tuve  que  preguntarle  a la  psicóloga  que hacer  frente a semejante acto de  emancipación, si  frente  a mi educación la  regla  de mi casa es que  siempre  debían andar  la puertas  abiertas  de par en  par, porque no había nada  que  ocultar, pero reconozco que hubo momentos  en los que viole tal  regla y no precisamente en compañía  de mi alma.



Siempre  admiré  a quienes sus padres  les ofrendaron el signo de amor, respeto y responsabilidad  una  republica independiente de cuatro pares, un espacio  no  solo para  dormir, sino  un espacio aun que podría  confundirse a  efectos  de funcionalidad  con el motel de 25.000 pesos al que acceden los universitarios  promedio luego de una semana de faquir y varias noches  de sueños calientes y contenidos. Para  aquella  época  pensaba dentro  de mi libertina edad  que  sería una madre  mas liberal, si al fin  y al cabo  viniendo de unos padres medio hipposos donde  el  tabú  del  sexo no debía  existir  yo podría hacerlo  sin la menor recriminación moral y fue  entonces cuando  al cabo de unos  diez años, es decir  a la vuelta  de la  esquina me ocurrió lo mismo que  a mis  padres, o madure o me  convertir  en una victima mas  de la  doble  moral social, en la que me cuesta imaginar dándole  licencia  a mi hija para  acostarse con su novio,  en su cuarto en su cama, ubicada nada más  ni nada menos que  en  mi casa!!!.



El asunto  aquí  es la privacidad, de mi hija o  de los hijos en general, la privacidad  que  tienen  nuestros  padres quienes  no  dudaron  ni un minuto  en  hacernos sentir su limite ya que para nosotros la privacidad  de nuestros padres es lo mismo que la  partícula  de Dios para los conmocionados científicos de estos  tiempos, tan efímera y pequeña que  sabemos que  sirve  para  algo y con seguridad  que  nuestros padres  la  tienen  y la ejercen pero sabemos exactamente qué es.  La privacidad, es un objetivo  de batalla cuando somos  hijos pero que algunos solemos entregar a nuestras  parejas  como signo de fidelidad y confianza mientras  para  otros  en un limite  que no admite negociación alguna bien porque no  escondan nada o porque sencillamente la  privacidad es el escudo protector de las  verdades que algunos no quisieran escuchar.



Así que  mejor  tenerlo  claro desde la  definición y el señor Google con su Winkipedia, terminara  por  avalar mi tesis sobre  la  privacidad y la intimidad:

“La privacidad puede ser definida como el ámbito de la vida personal de un individuo que se desarrolla en un espacio reservado y debe mantenerse confidencial.

Aunque privacy deriva del latín privatus, privacidad se ha incorporado a nuestra lengua en los últimos años a través del inglés, por lo cual el término es rechazado por algunos como un anglicismo, alegando que el término correcto es intimidad, y en cambio es aceptado por otros como un préstamo lingüístico válido.

Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española - DRAE, privacidad se define como "ámbito de la vida privada que se tiene derecho a proteger de cualquier intromisión" e intimidad se define como "zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia".

  

En conclusión, privacidad e intimidad  para  los  sabios  de la lengua es lo mismo, lo que  me genera la duda aquí es que simplemente  de  hablan de algo que  se protege de la intromisión así que llevado este plantemiento en efecto hay cosas  que es mejor no escudriñar ya que si están en dicho ámbito individual es  porque no  debe ser algo que pueda generar  mucho  bien pese a que sea loable, amoroso o simplemente humano, en efecto hay secretos  que todos tenemos que jamás revelaremos ni aun bajo el secreto de confesión o  de visita al psicólogo, hay secretos que  podemos  compartir en familia y aun mas  en pareja  lo que  nos sin lugar a dudas no solo crea sino  fortalece la relación pero  hay intimidades que  es mejor  dejar  en terradas en  las mentes de quienes son sus  dueñas porque pueden  terminar  convirtiéndose en la caja de Pandora, porque luego no hay quien los guarde, quien los olvide y peor  aun quien los  perdone.



Así que hoy  concluyo afirmando que el adagio popular “ojos que no ven corazón que n siente” es  la  reafirmación de lo que  mis  madres solían decirme de  adolescente: “nunca le cuentes todo a tu esposo guárdate algo  para ti que el que calla es dueño de sus secretos y el que habla es esclavo de sus palabras”, que de haber seguidos  sus consejos me habría evitado muchos líos y sobre todo no hubiera expuesto a mi corazón a noticias agrias.

 Así que con seguridad  mi hija seguirá cerrando  la puerta, mientras yo me  convenzo de este parlamento y aunque me  muera de  ganas de saber que ocurre al otro lado  de la puerta, ella ira guardando sus demonios en la  cajita de su intimidad hecha entre caída y caída, pese a que quisiera evitarle  la lección, solo terminaré repitiendo la sentencia de vida que me ofrendaron mis madres, que desprecie algunas veces y de las que hoy me arrepiento, mientras tanto aprendo a respetar lo que algunos llaman privacidad habiendo aprendido que es correcto llamar intimidad,  no solo para quienes me  padecen cada día sino también y especialmente para mi que tener claro que la “ropa sucia se lava en casa”….

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